"Mira dos veces para ver lo justo.
No mires más que una vez para ver lo bello".
Henry F. Amiel, filósofo, moralista
y escritor suizo (1821-1881). ​

Y lo hace moviendo y recolocando huesos de la cara. Es decir, subrayamos, nuestro rostro ya no volverá a ser nunca igual. Y es aquí donde comienza el debate, porque esta intervención nace mayoritariamente movida y se guía por los nuevos y actuales cánones de belleza. Aunque en paralelo, hemos de decir, aborda también problemas de salud. Nos referimos por ejemplo a la corrección de problemas respiratorios, alteraciones oclusales (cuando no encajan los dientes) e incluso en casos de apnea del sueño, entre otros.

De este modo, y mientras hay pacientes que se someten a cirugía ortofacial a la búsqueda de una solución en lo referido a su salud, muchos y en contraposición, lo hacen soñando con un cambio de cara para adaptarla a la modernidad y gustos que imperan hoy en los canales informativos y redes sociales. Lo que vuelve a centrar nuestra atención en el debatido tema de la banalización de la medicina y la cirugía estética.

¿Seremos capaces de atender con la ética necesaria a las peticiones de la cirugía ortofacial? Un reto extremo al que se enfrentan clínicas y especialistas.

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