"No perdáis una hora, porque no estáis seguros de un minuto".
Benjamin Franklin, político, polímata,
científico e inventor estadounidense (1706-1790). ​

Las pólizas de seguros irrumpen en la medicina estética a modo de pólizas dentales y surge la polémica. ¿Hasta cuánto pueden cubrir las mismas y en qué casos? ¿Cómo se puede medir la cantidad de producto utilizado según qué tratamiento y número o profundidad de las arrugas? ¿Qué supone un precio cerrado en dichas actuaciones? ¿Es justo incluir primeras visitas gratuitas y algunos procedimientos?

En un sector ya de por sí atomizado, la irrupción de estas compañías y su oferta en el mercado, piensan algunos, no contribuirá precisamente al impulso y desarrollo de la especialidad médico estética, sino que, al contrario, es muy posible que aumente las diferencias y perjudiquen a las corporaciones y cabeceras que desestimen firmar con las mismas.

No solo eso, en lo referido a cirugía, se plantean similares dudas. Las aseguradoras ya tienen un cuadro médico y clínicas concertadas que cubren sin coste para el asegurado intervenciones de cirugía estética, reparadora y reconstructiva cuando sean consecuencia de accidentes o de enfermedades que cubren sus pólizas. Pero ¿cuándo una intervención posee un fin verdaderamente reparador o solo posee un fin estético?

Tal y como están las cosas, habrá que ver si los seguros consiguen dinamizar el mercado o, como muchos temen, perjudiquen sobremanera a quienes no se decidan por ser incluidos en el modelo.

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