La hiperhidrosis o traspiración excesiva impredecible e incontrolable puede dificultar las relaciones sociales y laborales del paciente. Padecerla puede convertirse, sin lugar a dudas, en una verdadera tortura. Ya hemos hablado en alguna ocasión del uso del bótox para tratar esta alteración de las glándulas sudoríparas. De hecho, es ya casi creencia popular y conocimiento generalizado el hecho de que el bótox consigue controlar la transpiración. Es más, lo hemos leído incluso en el papel couche o los posts más virales, cuando celebrities como Sharon Stone lo usan, o incluso, han llegado a emplearlo en sus propios hijos. Así, que muy lejos de tratarse de una banalidad, el bótox sigue siendo el rey, ahora también para tratar la hipersudoriación.

Así transpiramos

Pero comencemos por el principio. La transpiración es una función de la piel por la que se libera líquido con alto contenido en sales minerales.

La transpiración o sudoración es una función termorreguladora de nuestro cuerpo que trata de mantener nuestra temperatura constante en 37 ºC. Sudamos cuando tenemos calor, en situación de tensión o con un mayor ejercicio físico, porque nuestro sistema nervioso produce la descarga que eleva nuestra temperatura.

El tratamiento con toxina botulínica genera un bloqueo de la función de las glándulas sudoríparas, por lo que reduce la producción de sudor en las áreas donde se administra esta sustancia.

Llamamos hiperhidrosis a la sudoración patológica, es decir al exceso de sudoración, generalmente por las axilas y las palmas de las manos, tan difícil de controlar y tan molesta y antiestética. Afecta al 2% de la población de raza blanca y el porcentaje aumenta en pacientes de origen asiático, sobre todo en japoneses. Se presenta con más frecuencia entre los 25 y los 64 años y, en un 40% de los casos, suele haber algún familiar más que lo padece.

El bótox, la solución

"La toxina botulínica (TXB) Tipo A es la solución a la hipersudoración o hiperhidrosis", declara la doctora Ana María Tellez, al frente de Clínicas Dra. Téllez. "La TXB produce la inhibición de la liberación de acetilcolina (neurotransmisor), de forma que cuando un impulso nervioso alcance la unión neuromuscular no se produce la liberación de acetilcolina, y se induce una relajación muscular temporal y reversible".

En el caso concreto de la hipersudoración, la toxina botulínica genera un bloqueo de la función de las glándulas sudoríparas, por lo que reduce la producción de sudor en las áreas donde se administra esta sustancia.

La infiltración de toxina botulínica se realiza a través de agujas muy finas. El tratamiento tiene una duración de entre 40 y 60 minutos y los resultados permanecen durante uno seis meses y hasta un año, dependiendo de los casos.

La forma de inyectarlo es directamente en la axilas, ya no de forma intramuscular, sino subcutánea. El paciente ya no sudará por las axilas o a través de las palmas de las manos, pero sí lo hará en otras zonas necesarias para la regulación de la temperatura corporal.









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