"La verdadera integridad es hacer
lo correcto, sabiendo que nadie va a
saber si lo hiciste o no".
Oprah Winfrey, periodista, presentadora de televisión,
productora, actriz y empresaria estadounidense.

En la práctica de la medicina estética, la capacidad de decir "no" se ha convertido en un pilar ético tan importante como la propia destreza técnica. En un entorno marcado por la alta demanda, la presión comercial y la búsqueda incesante de resultados visibles, el profesional se enfrenta cada día a solicitudes que no siempre responden al interés terapéutico, ni siquiera al bienestar real del paciente.

Negarse a realizar un procedimiento es, en muchos casos, un acto de responsabilidad. Significa reconocer que no todas las peticiones son seguras, apropiadas o beneficiosas. Los profesionales saben que la estética no es una mera transacción: implica riesgos, impacto psicológico y consecuencias a largo plazo. Desde pacientes con expectativas desmesuradas hasta aquellos con signos de dismorfia corporal, el desafío consiste en identificar cuándo el deseo del paciente puede conducir a un resultado insatisfactorio o incluso perjudicial.

La negativa fundamentada -lejos de ser un rechazo- es una forma de cuidado. Requiere evaluar no solo la indicación médica, sino también la madurez emocional, la comprensión del procedimiento y la coherencia entre lo solicitado y lo posible. En este sentido, mantener criterios firmes es proteger al paciente de daños evitables, pero también preservar la credibilidad de la profesión.

Asimismo, decir "no" conlleva habilidades de comunicación. Explicar con claridad, empatía y evidencia por qué un procedimiento no es adecuado no solo reduce conflictos, sino que fortalece la relación médico-paciente. La transparencia y la honestidad profesional generan un entorno de confianza que, a largo plazo, beneficia tanto al usuario como al especialista y a la profesión entera.

En una disciplina donde la oferta puede tender a la complacencia indiscriminada, la negativa responsable es un acto de integridad. Recordar que no todo lo que puede hacerse debe hacerse es una señal de madurez profesional y un compromiso con una práctica estética más segura, ética y sostenible.

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