Bryon Widner fundó el Vinlanders Social Club, una asociación neonazi que se dedicaba a realizar actos vandálicos y atemorizar a la población de Arizona. Él era uno de los miembros más violentos y se tatuó todo el cuerpo con emblemas racistas y dibujos sanguinarios. Los Vinlanders era muy conocidos por su ferocidad; los registros policiales estaban repletos de expedientes por provocar múltiples palizas y agresiones.

Durante años, Widner, conectado a la red de grupos de supremacía blanca de Estados Unidos, fue haciendo daño allí por donde pasaba, al igual que su novia Julie, que pertenecía a otro grupo nazi, la Alianza Nacional.
En 2006 se casó con Julie y formaron una familia. El nacimiento de su primer hijo fue el causante del cambio que iba a experimentar la pareja. No querían darle la vida que ellos habían tenido en su infancia y decidieron renegar de su pasado, buscar trabajo y tener una vida feliz y en paz. Sin embargo, sus tatuajes por toda la cara y cuello le impedían encontrar trabajo, y empezaron a desesperarse…

Buscaron por Internet la forma de eliminarlos y vieron que era muy difícil, tanto por lo costoso del tratamiento como por el hecho de que pocos doctores se atrevían a quitarlos de una parte tan delicada como la cara… Además, los remedios caseros eran inútiles. La situación se volvió tan crítica que, en un arrebato de desesperación, Widner pensó en rociarse la cara con ácido…

Hasta que su mujer tomó una decisión. Con el fin de poder integrarse en la comunidad y encontrar trabajo, Julie fue a ver a un gran enemigo de los supremacistas blancos: Daryle Lamont Jenkins, de la asociación One People’s Project. Jenkins es un hombre negro y activista reconocido por su lucha y denuncias contra los grupos racistas, publicando por Internet los nombres y direcciones de los miembros de estas organizaciones y alertando a la gente de sus reuniones para organizar protestas.
Jenkins escuchó a Julie y le puso en contacto con TJ Leyden, un ex skinhead que se hizo famoso en 1996 al renegar de su pasado y luchar activamente contra ese movimiento. Leyden le aconsejó entrar en una asociación llamada Southern Poverty Law Center, que se dedica a reinsertar antiguos miembros de estas bandas en la sociedad.

La SPLC es una organización de derechos civiles, sin ánimo de lucro, que lucha contra las bandas y organizaciones de extrema derecha ofreciendo ayuda e integración social a aquellos miembros que deseen abandonarla. Widner contactó con Joseph Roy, quien a través de demandas y pleitos había conseguido acabar con muchas de esas organizaciones, arruinando a sus líderes y obteniendo fuertes indemnizaciones para sus vícitmas.
Tras reunirse con la pareja durante varias sesiones, la SPLC se comprometió a buscar donanciones para que le extirparan los tatuajes a cambio de información sobre la estructura y jerarquía de los diferentes grupos de extrema derecha y un compromiso para hablar en la conferencia anual de la SPLC. Widner accedió, y en poco tiempo las páginas de Internet neonazis informaron del pacto con la SPLC. Les llamaban a todas horas profiriendo insultos y amenazas, hasta tal punto que el FBI les advirtió que sus vidas corrían peligro. Tuvieron que abandonar Michigan trasladándose a algún lugar de Tennessee.

Semanas después recibieron una buena noticia: una donante anónima de la SPLC había entregado 35.000 dólares a la organización para costear la operación para eliminar los tatuajes. A cambio, quería mantenerse en el anonimato y que Widner se comprometiera por escrito a cumplir con los protocolos de la SPLC, obtener el GED (una prueba de desarrollo educativo elemental), apuntarse a algún curso universitario y buscar decididamente un trabajo.

Pero la operación para eliminar los tatuajes no era sencilla y no había manera encontrar un cirujano que accediese a operarlo. Tardaron un año hasta dar con el doctor Bruce Shack, presidente del departamento de Cirugía Plástica en el Centro Médico Universitario Vanderbilt, en Nashville. La operación consistiría en un tratamiento con láser a través de una especie de bolígrafo grande y ancho que seguiría el contorno exacto de los tatuajes sobre su rostro, quemándole la cara. El doctor le avisó que el dolor sería casi insoportable, que se llevaría a cabo en varias sesiones y que la cara se le iba a hinchar, pero que con el tiempo se curaría.

Tras 25 cirugías y más de 16 meses, los tatuajes en cara, cuello y manos de Widner desaparecieron. Dice sentirse un hombre nuevo, y no le preocupan las secuelas físicas que le han dejado las operaciones, como daño en la pigmentación de su piel, frecuentes migrañas y la imposibilidad de exponerse al sol. Además, está muy orgulloso del documental de la MSNBC, titulado Borrando el Odio, donde se explica su vida y se emiten las sesiones quirúrgicas que se realizó para eliminar los tatuajes del rostro y cuello. Está convencido que este documental, ya emitido en Estados Unidos, ayudará a otros a renegar de su pasado neonazi.









Recomendamos