La moda de revertir cirugías estéticas
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En España se realizan más de 204.000 procedimientos de cirugía estética al año, y el 85% de ellos tienen como protagonistas a mujeres, según datos de la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (SECPRE). Intervenciones como rinoplastias, aumentos de pecho o liposucciones siguen estando entre las más demandadas, pero en los últimos tiempos ha surgido otra categoría en auge: las cirugías para deshacer lo hecho. Bienvenidos al fenómeno del “arrepentimiento estético”.
Procedimientos que en otro momento eran aspiracionales, hoy se miran con otros ojos. Famosas como Courteney Cox han confesado públicamente que desearían no haberse hecho ciertos retoques, como las inyecciones faciales. “Me veía muy rara, haciéndome cosas que ahora no me haría”, explicó la actriz a The Sunday Times. Bella Hadid también lamentó haberse operado la nariz con solo 14 años, deseando haber mantenido la herencia familiar en su rostro.
La ola de sinceridad se extiende. Pamela Anderson, símbolo de la cirugía en los años 90, decidió reducirse el pecho alegando que no se sentía cómoda con su aspecto: “Parecían dos misiles”, dijo. Nicole Kidman también se retiró los implantes poco después de ponérselos. Y Nicki Minaj reflexionaba en un podcast: “Cambias algo, te operas... y un día te das cuenta de que estabas bien tal y como eras”. En redes sociales, muchas mujeres comparten sus experiencias, desde las complicaciones en la recuperación hasta el impacto psicológico, como el caso de Linda Evangelista, quien en 2022 relató haberse sentido "brutalmente desfigurada" tras un tratamiento de CoolSculpting.
Un fenómeno global con cifras en aumento
Según Infobae, las explantaciones mamarias pasaron de 155.453 en 2016 a 335.939 en 2023 a nivel mundial. Por su parte, la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos ya detectó un descenso en la demanda de procedimientos estéticos en la segunda mitad de 2022. Aunque en España este fenómeno no es tan visible como en Estados Unidos, casos como el de Malena Gracia, que optó por una reducción de pecho, nos invitan a pensar que algo está cambiando.

¿A qué se debe esta transformación de pensamiento?
Conciencia corporal y revisión de los ideales.
La respuesta podría estar en un cambio cultural. El auge del feminismo, el movimiento body neutrality y un enfoque más mental que físico del autocuidado impulsan a muchas mujeres a cuestionarse por qué decidieron cambiar su cuerpo. ¿Lo hicieron por ellas o por cumplir con los estándares sociales?
Durante décadas, los cánones de belleza exigían rostros sin arrugas, cuerpos sin grasa y proporciones casi imposibles. Hoy, muchas mujeres reivindican su aspecto natural y celebran la diversidad. Pero también hay voces críticas que alertan: ¿y si esta nueva “naturalidad” no es más que otra moda pasajera?
Del culto a las curvas al regreso de la delgadez.
Durante años, la estética inspirada en las Kardashian impuso curvas voluptuosas y cinturas diminutas como nuevo estándar. Algunas mujeres llegaron a operarse para acercarse a ese ideal. Pero esa tendencia está en retirada. Hoy, cuerpos más delgados y naturales vuelven a dominar pasarelas e influencers, en parte impulsados por el auge del Ozempic y otras sustancias que promueven la pérdida rápida de peso.
Este viraje estilístico tiene consecuencias: muchas mujeres ya no se sienten representadas por el físico que moldearon con cirugía y buscan deshacer esos cambios. Incluso el mundo de la moda, como señalaba Artículo 14, ha girado hacia prendas como los micro tops, poco compatibles con siluetas curvilíneas. “Las pasarelas no están pensadas para cuerpos con escotes generosos”, escribió Marita Alonso en 2024.
No todo puede deshacerse.
Aunque es posible revertir intervenciones como los implantes mamarios o los rellenos faciales, no ocurre lo mismo con una rinoplastia o una liposucción. Como explicaba el doctor Felipe Castillo Muñoz en Harper’s Bazaar, procedimientos como el lifting facial son, en muchos casos, irreversibles.
Antes de someternos a una operación estética, tal vez deberíamos preguntarnos qué nos motiva realmente. Los ideales de belleza cambian, pero el cuerpo que modificamos permanece. A veces, la mejor inversión no es económica sino emocional: aceptarnos como somos y cuidar nuestra salud mental puede ser el camino más duradero hacia el bienestar.

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