Por el Dr. J. Víctor García Giménez.
Sociedad Española de Medicina
y Cirugía Cosmética - SEMCC


Habitualmente se trata de cosméticos, y de todos ellos los que han adquirido mayor protagonismo son los productos botox-like, es decir los que intentan reproducir la estructura y/o, sobre todo, la función de la toxina botulínica.
La toxina botulínica es una proteína, es decir una cadena lineal de no menos de 50 aminoácidos.

En el caso de los productos botox-like, se trata de cremas, geles o fluidos, en definitiva cosméticos, que contienen péptidos sintéticos, cadenas cortas (muy cortas) de aminoácidos; habitualmente no más de seis, siete u ocho. Con esa reducida estructura pretenden hacer tanto como la toxina botulínica, en definitiva interferir la liberación de un neurotransmisor específico en las placas motoras para desencadenar la contracción muscular.

El más conocido de esos péptidos es el acetil hexapéptido-3, que como su propio nombre indica está formado por 6 aminoácidos. Siendo posible su fabricación, no son más de seis, siete u ocho aminoácidos porque de otro modo el proceso de obtención lo haría caro, demasiado costoso para un producto cosmético.

Objetivamente (referencia bibliográfica: International Journal Cosm Sci, 2002, 24, 303-310), la actividad de estos productos se valora en AAUs (unidades de actividad antiarrugas) que miden la atenuación de la liberación de neurotransmisores in vitro, en definitiva en placas de cultivo de laboratorio. Resulta que a la toxina botulínica inyectable que utilizamos los médicos en España (comercializada como medicamento únicamente con los nombres de Vistabel, Azzalure y Bocouture) le corresponde una actividad de valor 12; y al mencionado hexapéptido una actividad de 0’00030, lo cual significa que es 4.000 veces menos activo que la toxina botulínica.

Y todo ello in vitro, o sea, en ambos casos, poniendo el producto directamente en contacto con un cultivo celular. Debe tenerse en cuenta que la práctica clínica habitual, es decir in vivo, la toxina botulínica (Vistabel, Azzalure y Bocouture) es inyectada por el médico directamente en el músculo que desea tratar, para relajar su capacidad contráctil; en tanto que el péptido, en el seno de un cosmético, es aplicado sobre la superficie cutánea debiendo alcanzar, en virtud de una determinada capacidad de penetración, la profundidad adecuada, es decir el plano muscular.

Dicho lo cual, y justificado, no es admisible que se diga que tales péptidos son una alternativa a la toxina botulínica, 'maquillando' la sustancial diferencia que hemos acreditado con cuestiones como que son más seguros, más económicos, menos dolorosos porque no requieren inyecciones, sin efectos secundarios, etc.; y menos recurriendo a mentiras del tipo 'efectos irreversibles' y 'puede conllevar deformaciones del gesto'.

Nos parece, cuando menos, que se falta a la verdad de forma interesada; alguno hablaría incluso de publicidad engañosa.

En cambio, sí son un tratamiento complementario que debe ser tenido en cuenta por varias razones:

  1. En la consideración de tratamiento preventivo en pacientes muy jóvenes, incluso menores de 18 años.
  2. En el caso de existir alguna de las contraindicaciones formales (muy pocas) de la toxina botulínica.
  3. En el caso de rechazo 'insuperable' a las inyecciones.
  4. Porque, en aplicación domiciliaria continuada, se les puede utilizar como refuerzo del tratamiento estándar con toxina botulínica; y con ello amplificar el resultado y/o prolongar la duración de los efectos, permitiendo distanciar las sesiones.
  5. Porque pueden representar una alternativa, ahora sí, en casos de resistencia. Hay que recordar que, en la población general, existe un 4-8% de personas con resistencia biológica y clínica acreditada.

Tenemos asumido que, para una mayor eficacia, en el proceso de fabricación de tales productos será necesario el recurso a cadenas más largas de aminoácidos (en este caso, el problema será posiblemente el precio del producto final), extremar la pureza de los componentes, emplear liposomas o nanosomas (que permiten encapsular y transportar mejor los principios activos), utilizar dosificaciones adecuadas, etc.

Y los médicos podremos contribuir mediante el empleo de sistemas que faciliten la penetración y difusión de los péptidos en los tejidos. Por ejemplo, la microdermoabrasión (con o sin cristales), los peelings químicos, la micropuntura (microneedling) y la electroterapia de transporte (hidroelectroforésis, dermoporación, etc.).

Pongamos pues las cosas en su justo lugar. Porque, como promotores que somos de la calidad asistencial y la atención excelente al paciente en el ámbito de la Medicina Cosmética, Estética y del Envejecimiento Fisiológico queremos que 'no te den gato por liebre'.









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