Siete dermatólogos especialistas en fotodermatología y expertos en materia regulatoria, al frente de los cuales ha estado el profesor Jean Krutmann, han publicado un artículo científico en el Journal of tje European Academy of Dermatology and Venereology, en el que analizan el estado actual de la fotoprotección y cómo debería ser en el futuro.

Cómo debería ser el fotoprotector ideal

El objetivo es informar a los profesionales sanitarios sobre las características que debería englobar el fotoprotector ideal. También se recopilan distintas sugerencias dirigidas a las autoridades sanitarias para mejorar la normativa que evalúa el nivel de protección solar con la finalidad de evitar la variabilidad interlaboratorios y mejorar el etiquetado solar.

Los dermatólogos que han participado en el estudio, dejan claro que la fotoprotección se enfrenta a nuevos desafíos. De hecho, revisan temas como los de el efecto de las radiaciones sobre la piel, los métodos de evaluación mejorados y alternativos o cómo optimizar la comunicación al consumidor sobre la eficacia de la protección solar.

En la actualidad existen dos métodos de evaluación del factor de protección solar, método ISO 24444:2010 y la monografía de la Agencia del Medicamento (FDA, por sus siglas en inglés), de 2011.

La variabilidad del factor de protección solar SPF es una de las principales controversias.

Lo ideal, según los expertos, sería una revisión y mejora según los nuevos conocimientos de la ciencia. Apuntan los dermatólogos elaboradores de este estudio que existe variabilidad en el SPF dependiendo del laboratorio que realice el fotoprotector. Para determinar el eritema, un técnico especialista del laboratorio determina visualmente la dosis eritemática mínima de la piel protegida y de la piel sin proteger. Es decir, el proceso se realiza 'a ojo', podríamos decir.

Además, según la norma ISO, se somete a los voluntarios a dosis altísimas de radiación en muy poco tiempo, pero ésta puede variar según cada laboratorio.

Esta noma de ensayo se lleva realizando desde hace una década, cuando la innovación en las fórmulas, parece haber ido por delante.

Los dermatólogos elaboradores de este estudio explican que existe variabilidad en el SPF dependiendo del laboratorio que realice el fotoprotector.

Por todo ello, los especialistas defienden la revisión de la noma.

La importancia de la radiación UVA es otro tema de denuncia. La radiación UV, la ultravioleta A, no provoca eritema, pero sí, a largo plazo, envejecimiento cutáneo prematuro, manchas, alteraciones inmunológicas o cáncer de piel. Y los usuarios desconocen cuál es el grado de protección UVA que proporciona un fotoprotector.

El medio ambiente, la contaminación y el auge de la cosmética personalizada abocan también a la creación de fotoprotectores específicos para cada tipo de piel y persona.

Por último, y desde una perspectiva de seguridad, la concentración de filtros UV debería ser lo más baja posible y los protectores solares estar formulados para tener un impacto ambiental mínimo. Algo más sencillo de lo que pudiera parecer a priori dada la innovación y nuevos materiales propuesto y elaborados por las industrias comprometidas con el planeta.









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