Cada fase de la vida presenta unos retos diferentes para la piel y, por lo tanto, precisa de tratamientos adaptados a su evolución natural y a las circunstancias de cada momento. Pilar Benito, médico estético de Slow Life House, detalla a continuación las problemáticas y soluciones más convenientes para cada una de estas fases.

A los 18 años son frecuentes los problemas de acné, el exceso de grasa y el desconocimiento sobre la mejor manera de limpiar la piel correctamente. En este caso, lo ideal es aplicar un Protocolo Exfoliante Purificante, que consiste en exfoliación profunda, extracción profunda si procede y cooling mask de efecto calmante.

A los 25 años se pueden empezar a manifestar señales de cansancio y desvitalización que aconsejan un tratamiento de microdermoabración con punta de diamante, que exfolia y succiona al mismo tiempo para regenerar el cutis, aportando luminosidad y uniformidad.

A los 30 años aparecen las ojeras y la flacidez, y el Protocolo Hydro-Lift aplica ácido hialurónico que redensifica el tejido, consiguiendo en una sola sesión mejorar su aspecto y su hidratación, eliminando incluso las primeras arrugas debidas a la edad.

A los 35 años, la toxina botulínica puede ser ya necesaria para eliminar las arrugas del entrecejo y el contorno de los ojos, mediante inyecciones intramusculares en puntos estratégicos, además de prevenir que se intensifiquen más adelante.

A los 40 años, se aconseja el tratamiento de Hilos PDO, considerado como una de las mejores alternativas al lifting. Consiste en trazar un mallado interno que corrige la flacidez en pómulos, cejas y cuello, que se reabsorebe a los 90 días y eleva los rasgos de forma natural y efectiva.

A partir de los 50 años, el tratamiento que aconseja Slow Life House es Prostrolane, un compuesto que reduce la grasa localizada y tensa y regenera los tejidos mediante inyecciones subcutáneas, con el objetivo de mejorar el aspecto de cuello y papada, las zonas más problemáticas de esta etapa.









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