La preocupación por la imagen cada vez afecta a más mujeres y a edades más tempranas. Cumplir los cánones de belleza que imponen las redes sociales e influencers, además de las propias marcas de la industria cosmética, condiciona el desarrollo de complejos hacia el propio cuerpo que pueden evolucionar a auténticas patologías de inseguridad. Hoy en día, el 36% de las mujeres admite que empieza a sentir vergüenza sobre algún aspecto de su físico entre los 11 y los 20 años, según apunta un estudio realizada por la marca Dove. Ante esta realidad, la firma de cosméticos decidía en su momento emprender un proyecto social que sirva para mejorar y reforzar la autoestima de las mujeres cuando aún son jóvenes, con mujeres reales.

Uno de cada doce adolescentes se somete a cirugía estética. El relleno de labios y glúteos es un negocio en auge. El ideal de belleza es estar delgado, pero con nalgas y pechos prominentes, un ideal casi siempre ficticio por lo inalcanzable.

Las redes sociales y los filtros han modificado nuestro concepto de belleza. Lo que deviene en que frente a influencers y filtros, para las personas del mundo real, ese ideal es casi siempre inalcanzable.

Según los expertos, "la distancia entre nuestra imagen virtual y nuestra imagen real es cada vez mayor, y cada vez nos avergüenza más nuestra propia imagen". Uno de cada doce adolescentes se somete a cirugía estética. El relleno de labios y glúteos es un negocio en auge. El ideal de belleza es estar delgado, pero con nalgas y pechos prominentes, un ideal casi siempre ficticio por lo inalcanzable.

En la era de las redes sociales, la perfección digital triunfa sobre la belleza natural

El cirujano plástico Tom Decades cree que esto es sólo el comienzo. Por influencia de las redes sociales y los filtros digitales, ha detectado un fuerte aumento de tratamientos de bótox en mujeres entre 18 y 25 años. Antiguamente, las mujeres le mostraban una foto de una estrella de cine, pero ahora vienen con selfies pasados por filtros.

Instagram: @kimkardashian

Algo así es difícil de conseguir, por no decir imposible. Cuando se trata de belleza, nuestra imagen digital eclipsa nuestro cuerpo real. Lo que nos lleva a competir continuamente con nuestro yo digital mucho más perfecto. Decates explica que hace diez años, las mujeres que se consideraban hermosas eran diferentes. Hoy día hay un grupo de mujeres famosas que tienen el mismo aspecto.

La modificación del rostro y el cuerpo

El uso constante de filtros (prohibidos ya en ciertos países como Reino Unido cuando implican fines comerciales) puede derivar en la bautizada como "dismorfia del selfie", una distorsión de la imagen personal que nos hace compararnos con nuestra versión virtual con ojos más grandes, pómulos más marcados, piel perfecta, labios gruesos...

No estar contentas con su imagen, ya sea a raíz de contraponerla a la de famosas, modelos o a una foto con filtro -que, además, si se hace con la cámara frontal distorsiona todavía más las facciones-, lleva a muchas adolescentes a iniciarse en la medicina estética a edades muy tempranas, demandando precisamente aquello que aparece en la pantalla de su smartphone.

"La medicina estética ha de conseguir nuestra mejor versión pero siempre desde la naturalidad. Los tratamientos han de ser equilibrados y no invasivos. Podemos borrar las huellas del estrés, la falta de sueño, el paso de los años… pero las caras no hay que cambiarlas", dice la doctora Moshgan Mahrani, licenciada en Medicina y Cirugía y directora de Moss Clinic.

Por qué la medicina estética no debería reflejar los filtros

"El bombardeo de imágenes anormales en las redes sociales está alterando nuestra percepción de lo normal. Nuestro primer deber como médicos es cuidar al paciente, no hacer daño, y por lo tanto tenemos que luchar contra estas tendencias perjudiciales. Todos conocemos esas tendencias y técnicas inventadas y las que irán saliendo, pero lo resumiría diciendo que estoy en contra de todas las técnicas que no respeten la anatomía normal y natural de las personas", continúa.

"Nuestro primer deber como médicos es cuidar al paciente, no hacer daño, y por lo tanto tenemos que luchar contra estas tendencias perjudiciales", dice Moshgan Mahrani.

Frente a estas modas, la mayoría de profesionales abogan, como decía la propia doctora Moss, por la naturalidad en los resultados de sus intervenciones. Porque, frente a filtros y olvidándose de ellos, y según declaraciones de la AECEP (Asociación Española de Cirugía Estética Plástica), "las intervenciones estéticas sí pueden mejorar la autoestima y, por lo tanto, la calidad de vida". Eso sí, "siempre hay que tener claro que hay que acudir a profesionales médicos cualificados, con años de experiencia en su especialidad y cuyo criterio estético y su afán de unificar salud y belleza nos asegure resultados excelentes", concluye la doctora.









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