Cuando el crecimiento en peso y talla es inadecuado para la edad, por causas orgánicas o inorgánicas, por herencia genética o problemas en la gestación y el parto, se produce el denominado Fallo de Medro. Las revisiones médicas habituales son claves para detectar este trastorno, a través de los percentiles.

El Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas, CMED, especializado en patología digestiva, explica que un 10% de los menores de 3 años presentan esta condición, aunque el 20% de los niños sanos pueden presentar periodos de falta de crecimiento de hasta 3 meses, sin que esto implique la existencia de fallo de medro, y recuperan el ritmo de forma natural.

El diagnóstico está basado en la realización de una buena historia clínica del paciente en la que queden registradas todas las circunstancias que se han producido desde la concepción del bebe.

Entre las causas más habituales existen, por un lado, las orgánicas, que representan un 80% de los casos, y se resumen en ingesta insuficiente de alimentos por enfermedad subyacente, maldigestión o malabsorción de nutrientes (enfermedad celíaca, alergias o enfermedad inflamatoria intestinal), y problemas congénitos de corazón, pulmonares o como efecto de tratamientos oncológicos.

Por otro lado, las causas inorgánicas proceden básicamente de problemas económicos, de convivencia familiar, desatención o maltrato y creencias relacionadas con la alimentación. Además, la herencia genética, el retraso en el crecimiento intrauterino y los nacimientos prematuros también pueden influir en el desarrollo del peso y la talla infantiles.

El diagnóstico se realiza a través de la elaboración de una buena historia clínica del paciente, algo que exige un seguimiento detallado desde la concepción, para así poder prevenir y detectar posibles alteraciones, y las exploraciones físicas periódicas y pruebas que puedan establecer los especialistas en cada caso, imprescindibles para hallar la causa principal y actuar en consecuencia a través de un adecuado tratamiento.









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